sábado, 3 de enero de 2015

Viaje

La primera vez que fui en el asiento del copiloto por un periodo mayor a 10min fue cuando me mude cuando tenia 15 años, puede que ese hecho se haya quedado grabado en mi cabeza y por eso casi siempre en los viajes largos voy detrás.
La larga carretera con el punto de fuga al final, demostrando que las lineas paralelas se pueden cortar me trae un desasosiego digno de una película thriller de los 80'. Las curvas parecen infinitas. Los baches parecen montañas que hacen vibrar mis manos que buscan en la guantera un caramelo para paliar el sabor ácido de continuo paso de pueblos y ciudades que jamas visitaré. De vez en cuando me siento protegida cuando llueve y las gotas que deforman la imagen del exterior me ayudan a perder el miedo, otras veces me mareo, yo creo que no es por las curvas si no por la sensación de no llego a mi destino. Y cuando en el horizonte veo el lugar que esperaba alcanzar hace horas, me doy cuenta de las lágrimas pasadas al comienzo no merecieron la pena, que merece mas la pena lamentar no hacer disfrutado el camino. Sin embargo en las ventanas laterales el paisaje me invade de calma y misterios. En la cercanía las cosas van rápido a veces tanto que ni las veo y a lo lejos las cosas no se mueven, parecen ajenas a mi paso por la carretera. Hay nubes que me persiguen, otras en las que veo sombras. A veces miro hacia atrás, veo las lineas del cristal y entre ellas puedo ver las lo que va detrás de mi. No suelo mirar a atrás, no me gusta ver lo que ya ha pasado. Me gusta ir atrás en los viajes largos, es mejor, vislumbro el paisaje y con suerte a veces me quedo dormida.


Tame Impala - Feels Like We Only Go Backwards

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